Terremoto a bordo

Llega septiembre. Vuelta al trabajo para muchos de nosotros, habiendo disfrutado de unas merecidas vacaciones durante el mes de agosto, pero, en mi caso particular, quisiera compartir con vosotros una anécdota que me ocurrió a finales del mes de julio. Bueno, más que anécdota, fue una situación indignante que seguramente a algunos de vosotros os ha ocurrido en alguna ocasión.

Los hechos son los siguientes: estacioné mi vehículo a primera hora de la mañana como todos los días cerca del trabajo y posteriormente, sobre mediodía, cuando bajé a almorzar me encontré con un golpe tremendo en el lateral izquierdo y el frontal de mi coche, que hizo llevarme las manos a la cabeza y maldecir a quién lo había hecho. Al observar el limpiaparabrisas me encontré con una nota con un nombre y un número de teléfono, que estuve marcando durante todo el día pero que, incluso a fecha de hoy, se encuentra apagado o fuera de cobertura (algo hacía indicar que la nota era igual de falsa que un billete de 300 €). Según testigos cercanos, me comentaron que fue un camión que al hacer el giro se lo llevó por delante y el conductor, una vez se dio cuenta del destrozo que había ocasionado a mi coche, bajó y dejó la nota (seguramente para que nadie le dijera nada), y desgraciadamente nadie pudo recabar la matrícula del camión.

Tras la indignación inicial y sin poder localizar al “susodicho”, llamé a mi seguro para que me enviaran una grúa y poder llevar mi vehículo al taller. Una vez en el taller, me facilitaron un coche de sustitución mientras mi coche iba a ser reparado. Cuando salí del taller, nada hacía presagiar lo que vendría posteriormente. Y es que, a medida que pisaba el acelerador y la velocidad iba subiendo de 80 km/h, noté que el volante, el salpicadero e incluso la palanca del cambio de marchas, comenzaban a vibrar, además de ir acompañado de un ruido grave y constante que empeoraba conforme aumentaba la velocidad. La sensación era como si de un terremoto se tratara: estaba claro, algo estaba fallando y todos los indicios apuntaban a que los neumáticos estaban mal equilibrados. De hecho, cuando bajé del coche y observé los neumáticos se apreciaba claramente que estaban desgastados de manera irregular.

Desconozco si el taller estaba al tanto de este hecho o si el anterior usuario que utilizó el vehículo de sustitución informó sobre este aspecto, pero lógicamente informé al taller de manera inmediata para que tuvieran constancia, mostrar mi desaprobación y solicitar un nuevo vehículo que estuviera en perfectas condiciones.

Y es que un mal equilibrado de unos neumáticos, además de provocar en el vehículo unas molestas vibraciones, genera una total inseguridad en la conducción, además de ver reducida notablemente nuestra seguridad vial. Posiblemente el desequilibrado de este vehículo se debiera a la pérdida de algún contrapeso al impactar, por ejemplo, contra un bordillo, o incluso a una frenada anterior de emergencia muy agresiva que hubiera deteriorado los neumáticos.

Por tanto, todo lo anterior demuestra la importancia de llevar a cabo una constante y periódica revisión general de los neumáticos para evitar un posible “terremoto a bordo” y disfrutar de una conducción cómoda y segura.

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